En Cali tenemos siete ríos importantes que las personas optan por visitar pero solo para disfrutarlos y no conservarlos, ya que solo son pocos las entidades y fundaciones o personas que se apersonan en que estas fuentes hídricas no se agoten. Entre ellos tenemos el rio Pance, Cali, el Aguacatal, Meléndez, Santa Rita, el Lili y el Cañaveralejo, aunque en buena medida aún conservan sus nacimientos en buen estado al nacer en el parque natural “Los Farallones de Cali”, a su paso por la ciudad sufren un nivel de deterioro tal que una potencialidad se torna en un problema antiestratégico que no logrado atenderse, ni priorizarse, principalmente por los problemas de institucionalidad en el sector ambiental, reflejados no solo en la débil capacidad institucional, organizacional y de respuesta del Dagma, sino también en el manejo político.
Adicionalmente, a través de las tres cuencas del Rio Pance se puede establecer una relación entre la pureza del agua y la presencia de microorganismos acuáticos, los cuales sirven como indicador para saber que tan contaminada está el agua en el terreno que quiera inspeccionarse. Es por esto, que se evidencia en la cuenca alta cerca del nacimiento, que el agua tiene muy bajos niveles de contaminación y sobre su recorrido, que es donde empiezan a aparecer restaurantes y viviendas en sus orillas el agua empieza a demostrar el impacto que dejan estos seres sedentarios en sus corrientes lanzando los desechos orgánicos e incluso materiales que afectan el ecosistema. Posteriormente y siguiendo con su cauce el rio empieza a recibir a muchas más personas cuenca abajo en los centros recreacionales y en el ecoparque, razón por la que los microorganismos que habitan en esta zona son diferentes a los de más arriba y ya están alertando acerca del nivel de contaminación en el agua. Finalmente y terminando su recorrido, el Pance desemboca en el rio Jamundí, los cuales juntos llegan al rio Cauca. En esta zona el agua ha pasado por todo un recorrido a través del ecoparque y los diferentes restaurantes y centros recreativos, viéndose muy afectada y mostrando microorganismos que demuestran un gran nivel de contaminación.
Por tal motivo estamos a tiempo en nuestra ciudad de Cali, de corregir estos errores y aprender cada día más de que el agua es el líquido vital de nuestra existencia, y que no nos vaya a pasar como sucede en Bogotá estaría abocada a un racionamiento en cuatro años, y no precisamente por falta de agua, sino principalmente, por la creciente contaminación de los ríos que la abastecen: Bogotá y Teusacá. Treinta y cinco estudios sobre las posibles nuevas fuentes de abastecimiento de agua potable para Cali se han puesto sobre la mesa en los últimos catorce años. Entonces para el futuro de nuestra ciudad es importante cuidar los afluentes y tomar conciencia que gracias a estos podemos estar abastecidos de tan importante liquido que permite que la vida prevalezca.